Testimonio...
 
Tenemos el honor de presentar conmovidos este texto autobiográfico que la Señora Gemma Molinari de Turín ha deseado ofrecernos a través de su hijo Antonio.
Éste, encontró providencialmente nuestro sitio en búsqueda de profundización acerca de Santa María Josefa Rossello. Su familia se encuentra muy ligada y muy cercana a la santa savonesa. La señora Gemma es una de las hijas de Pietro Molinari, oriundo de San Biaggio de la Cima que obtuvo el milagro de su curación por intercesión de la santa.
En otro lugar encontramos el texto oficial que narra brevemente los sucesos prodigiosos. Aquí recibimos estas palabras ricas en detalles y especialmente vívidas en la memoria, que en aquel tiempo era un poco más que niña.
Aprovechamos esta oportunidad para agradecer a la señora Gemma y a su hijo Antonio que nos permitió la publicación de estas memorias "a la mayor gloria de Dios"
Los webmaster frat’ Tanto y sor’Ella

EL PUEBLO Y LA FAMILIA
 
En la región de Liguria, las colinas llegan casi hasta el mar. Sobre una de estas colinas, en la provincia de Imperia a 4 km del mar, se encuentra un pueblo de nombre San Biagio della Cima, cerca de la mitad de la colina, en el valle, corre el torrente Nervia.
El nombre del pueblo además del santo, está dado por una colina, cuya cúspide se fija en un lugar rocoso, donde se observa "la Cima".
Francia se encuentra a mas o menos 10 km y el influjo de la lengua francesa se percibe en los dialectos de la zona.
El pueblo, típico pueblo ligur, está conformado por casas de distintos pisos una apoyada en otra. Los caminos son transitados por mulas, ya que son intransibles para vehículos, están casi todos en pendientes, se pueden transitar por gradas en ladrillos o piedras. Son muchas las casas que se unen formando un arco sobre el camino a la manera de pórtico. En el centro del pueblo se encuentra una plaza, en su entorno se encuentran las casas junto a la Iglesia del pueblo. La plaza es también el centro de la vida del pueblo y un lugar de encuentro, conversaciones y espectáculos.
En los años treinta el pueblo contaba con cerca de mil habitantes y casi todos sus habitantes trabajaban en el campo. También nosotros trabajábamos en el campo, teníamos viñedos, olivos y rosas.
 
Mi mamá se llamaba Gina Maccario, nació el 7 de septiembre de 1892 en San Biagio. Hizo la sexta elemental, recibió el título de "maestra jardinera" que la habilitaba para la enseñanza en el asilo. Cuando era joven enseñaba, luego, después de casada y con hijos dejó la enseñanza.
Mi papá se llamaba Pietro Molinari, era llamado por todos "Pietrin". Nació el 1 de julio de 1889 en San Biagio. Estudió hasta finalizar la tercera o sea la última clase de la escuela obligatoria. Su maestro quedó conmovido por la memoria fotográfica del joven, insistieron a sus progenitores para que le hicieran continuar los estudios. Mi abuelo luego de escuchar los consejos del maestro tomó al hijo aparte y luego de haberle pedido algunas cosas para comprender aquello que el hijo sabía le dijo: "no sabes nada de mí..." y envió al hijo al campo. Era gente pobre y simple que trabajaba duramente la tierra por generaciones, y por esto, mantener a un hijo que estudiara habría sido un gran sacrificio.
 
Mis padres se casaron el 18 de mayo de 1918 y tuvieron cuatro hijos: la mayor María nació en el 21; Antonio, llamado por todos Nino nació en el año 23 ( luego fue a la guerra). Seguidamente nací yo y en el 27 Gemma. Finalmente en el 29 nació Adriana.
 
 
LA CURACIÓN DE PAPÁ
 
En el año 1938 tenía 11 años. Un día de septiembre mi papá se encontraba trabajando en las viñas cuando cayó de pronto perdiendo el conocimiento. Algunas personas del campo vecino al verlo en la tierra corrieron a ayudarlo. Llegaron al campo donde él trabajaba, lo alzaron y cuando volvió en sí, no sabía explicar qué le había sucedido, tampoco la causa de la caída. Volvió a casa sin saber explicar lo acaecido.
El domingo siguiente papá se dirigió a Ventimiglia a una reunión de la Asociación "Mutilados e inválidos de Guerra".
Papá era inválido de guerra porque cuando se encontraba en el frente, una esquirla de granada le traspasó la pierna derecha, fue internado en el Hospital de Cividale del Friuli, donde se cuidaba de acuerdo con las posibilidades en una situación de guerra; llegó a sobrevivir y sanar, pero tuvo un tétano en el ojo izquierdo. Tantas personas no regresaron de la guerra, él regresó a casa, pero los residuos del tétano lo afectaron posteriormente.
 
Al salir de la mencionada reunión de la Asociación con la intención de participar de la Santa Misa en la Iglesia cercana, perdió el conocimiento y cayó en la calle. Lo socorrieron personas que pasaban y luego de recuperarse reemprendió su camino como si nada hubiese sucedido. Llegó solo a casa y comenzó a relatar a la familia lo ocurrido, lamentándose no por el incidente sino porque perdió la misa dominical.
Al día siguiente papá inició la vida normal, pero enseguida cambió. Dijo que sentía frío, no comió y se manifestó de un modo extraño. Recuerdo que mi abuela decía un poco molesta: "Mira, le digo que venga a comer y él me responde que ya comió"
 
Papá ya no sabía dónde se encontraba, no fue más el mismo, estaba ausente. Se llamó al Dr. Luighi Allegro (1), un bravo joven de Bodighera, para que lo visitara. Al finalizar la visita el médico le dijo a mi madre llamándola por el nombre" Gina, solicito una consulta rápida para pronunciarme"
En tanto la situación se precipitó Una mañana mamá no pudo vestirlo, porque papá no se pudo levantar más y permaneció en el lecho casi inmóvil. El Dr Allegro vino a visitarlo junto con los Doctores Ughetto de Ventimiglia de los "Mutilados e inválidos de guerra" y un tercero de Génova. El diagnóstico fue confirmado ""Meniongoencefalitis aguda. No existían remedios para esta enfermedad. "Solo un milagro puede....",dije el Dr Allegro dejando en suspenso la frase.
 
Papá, que había nacido en 1889 tenía 49 años, mamá 46 y mis hermanos María, Nino y Adriana 17, 15 y 9 años.
Pasaron los día y papá seguía en la cama, no comía, no hablaba, no conocía a quienes se encontraban a su alrededor, está en un coma profundo. Sus nervios están tensos, un brazo le quedó rígido sobre la frente así como lo dejó la última vez, su cuerpo se encuentraba rígido. Sólo por los latidos del corazón se sabe que está vivo.
El Dr. Le prescribe inyecciones de bioplastina y dice "es como inyectarle al colchón...lo hacemos sólo para que no se diga que lo abandonamos.."
Los amigos y parientes se turnan para acompañarlo, porque puede expirar de un momento a otro.
Mamá reza y llora, y nosotros con ella. Nino y María, mis hermanos más grandes con la ayuda de un tío y de algunos otros hombres se dedican a la vendimia y a fabricar el vino; Adriana y yo recogíamos los olivos.
 
Un día una diminuta anciana (2), religiosa del pueblo nos visitó con una imagen de su Fundadora Sor María Josefa Rossello y comentó que el domingo 6 de noviembre sería Beatificada por el Santo Padre Pío XII. La Hermanita dijo: "Oremos, es posible que se realice el milagro". Mamá colocó la imagen sobre la cama de papá, junto a otras a las que también se le rezaba.
 
Papá permanecía siempre igual. El doctor venía todos los días y en un momento expresó: "Pietrin resiste pero no hay esperanzas". El párroco Don Boeri venía varias veces y nos recomendaba: "Si tuviese un momento de conocimiento, llámenme rápido, así le damos los santos Sacramentos; muchas veces se tiene un momento de conciencia antes de morir"
 
Pasaba el tiempo pero él no daba señales de vida. El 4 de noviembre, primer viernes del mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, el pulso de papá era muy bajo. Mamá se encontraba permanentemente a su lado, lo llamaba, pero nada. Ni bien llegaba del campo, corría para estar a su lado, pero muchas veces me hacían salir.
 
Nuestra casa se encuentra sobre la plaza del pueblo; como todos los años el 4 de noviembre es una fiesta fascista obligatoria y a la tarde tocaba la banda. Ese día la banda ejecutó un tema breve y luego por respeto a Pietrin, guardó silencio.
 
En mi casa se encontraba mi tío y el párroco, me mandaron a dormir, y al poco tiempo escuché que mamá lloraba, le pregunté por qué y me respondió: "Escucha, papá se muere, le dieron los santos óleos". Seguidamente mi tío me pidió que me vistiera y me llevó a su casa a dormir.
 
A la mañana, cuando todavía estaba oscuro me levanté y me vestí, deseaba ir a ver a mi papá. La tía, una señora enérgica que infunde temor, se dio cuenta que me estaba vistiendo y me dijo: "Dónde vas. Quédate aquí". Pero yo insistí y fui a mi casa donde encontré a mamá junto al lecho de papá.
 
Pasó el sábado; el domingo 6 de noviembre a la mañana, antes de la misa de las 11, el párroco volvió a repetir lo que ya dijo muchas veces: "Si se recupera un poco, llámenme de inmediato aunque sea de noche".
 
Regresamos de la Misa. A medio día mamá se encontraba junto a papá y nosotros almorzábamos en la cocina. Mamá llamó: "Muchachos vengan!". "María, rápido llama al párroco! Papá habla..., se muere".
Entre tanto papá intentaba hablar y dijo: "Tengo sed", luego pidió un poco de fresco. Nosotros, estábamos todos junto al lecho. María fue a llamar al párroco y volvió enseguida.
 
Mamá tenía en la mano un vaso con agua y azúcar y revolvía con una cucharita. Él, al escuchar el tintineo de la cucharita contra el vaso dijo: "¿Si haces tin tin será más fresca?. Luego bebió lentamente, son tantos los días que ha bebido, que no deja caer ninguna gota de agua.
 
Mamá lo ayudó a sentarse en la cama y le colocó algunos almohadones en la espalda. En ese momento llegó el párroco, quien interrumpió el almuerzo, quedó en la puerta de la habitación y lo miró. Papá también lo miró, y en buen ligur le dijo lentamente. "Señor Prebítero debemos realizar la suscripción del periódico, pero cuesta muy caro". Le respondió el párroco: "Bien Pietrin, ellos se encargarán del periódico y nosotros del dinero". Enseguida agregó: "El día de los difuntos haremos todos la comunión, quieren hacerla ustedes también?". "Ciertamente", respondió mi papá. Nosotros salimos de la habitación para que el párroco lo confesara. El párroco había recordado que papá perdió la misa del domingo el día que cayó en Ventimiglia y se encontraba conmovido por la lucidez del enfermo.- Se acercó a mi madre y le dijo "Gina, se ha confesado bien, voy rápido a buscar el Viático". En esa época la comunión se llevaba sólo en peligro de muerte, en esas ocasiones se hacía sonar una campana, para que todo el pueblo se enterara y el Santísimo se llevaba bajo una sombrilla blanca, con seis personas que acompañaban con cirios encendidos.
 
En el pueblo, todos conocían y amaban a papá. Al escuchar las campanas dijeron: "es Pietrin que está muriendo" (3).
En pocos minutos llegaron con la eucaristía y papá recibió la comunión.
Todos los jóvenes permanecíamos a los pies de la cama. Papá nos miró y nos dijo: vayan a la Iglesia para dar gracias al Señor que estoy sano". Y como papá nos había dicho feliz y contento por lo acontecido, fuimos a la Iglesia a darle gracias al Señor.
Como era domingo nos encontrábamos todos en casa, éstade pronto se llenó de gente. Al ver a papá que ya no se encontraba en coma decían: "Pietrin se ha sanado". El párroco un poco escéptico no podía creer que papá estuviera sano. La gente asombrada no comprendía lo sucedido, algunos decían: "Es un milagro" y le preguntaban al párroco, pero él buscaba apaciguar los ánimos diciendo: "No, no es un milagro, si fuese un milagro habría caminado"
Algunos hombres tal vez blasfemarían, otros en cambio expresaban: "No creía, ahora creo". "Es un suceso jamás visto".
A eso de las cuatro como de costumbre llegó el Dr. Y no creyó lo que veían sus ojos y una vez recuperado por la sorpresa ordenó: "Déjenlo solo, debe descansar, no sabemos qué ha pasado".
 
Pero papá deseaba compañía.

NOTES

(1)  El Dr. Venía todos los días a San Biagio. Quien tuviera necesidad del médico se dirigía al almacén de Iolanda y se inscribía. Cuando llegaba el médico, Iolanda le decía a quiénes debía visitar. No existía teléfono para llamar al médico, tampoco mutuales, de modo que cada uno se pagaba la visita y las medicinas (torna al testo)

(2) Se trataba de María Bianchieri tía de Cándido Martini, que ya no era más religiosa. Por razones de salud dejó la vida religiosa y viví en San Biagio, su lugar de origen (torna al testo)

(3)  Cuando se llevaba el viático las campanas sonaban de una manera característica dejando en el aire un triste anuncio. Luego cuando el enfermo se encontraba en agonía se tocaba la agonía con una serie de 4 o 5 distintos golpes de campana según que el difunto fuese una mujer o un hombre (torna al testo)